• Wall Street quiere financiar al enemigo (China), y la administración Biden está abriendo la puerta de par en par. Pekín ve a la comunidad financiera estadounidense como su canal para influir en los niveles más altos del sistema político estadounidense.
  • “Sería un trágico error que la nueva administración pospusiera, diluyera o desvirtuara de alguna manera la aplicación de las disposiciones clave de la Orden Ejecutiva 13959”, dijo a Gatestone, Roger Robinson, presidente del Instituto de Estudios de Valores de Praga. Hacerlo sólo serviría para enriquecer a Wall Street y Pekín a expensas de la seguridad estadounidense, los valores fundamentales y la protección de los inversores”.
  • La República Popular China es un estado unificado, por lo que la prohibición de inversiones debe aplicarse no solo a las empresas designadas por la administración Trump, sino también a todas las empresas estatales. Las empresas estatales no son de ninguna manera negocios independientes. Las divisiones entre ellos son artificiales y todas están estrictamente controladas por el Partido Comunista Chino (PCCh). Cada una de estas entidades, por lo tanto, está vinculada al ejército y controlada por el PCCh.
  • Como dijo Richard Fisher del Centro Internacional de Evaluación y Estrategia a Gatestone, la fusión militar-civil de China significa que el Ejército Popular de Liberación “tiene derecho a asaltar cualquier empresa china no militar para obtener cualquier tecnología que decida que pueda hacer avanzar su fuerza militar”.
  • La administración Biden está permitiendo que Wall Street utilice el dinero de “decenas de millones, hasta 160 millones de estadounidenses” para “financiar misiles balísticos intercontinentales de gran alcance o ICBMs (por sus siglas en inglés), dirigidos a sus familias, y para financiar campos de concentración en Xinjiang. La mayoría de los estadounidenses no tendrán ni idea de que su jubilación y otros ahorros se están utilizando para financiar su propia destrucción, financiando la guerra de China contra Estados Unidos.

Wall Street quiere financiar al enemigo y la administración Biden está abriendo la puerta de par en par.

¿Cómo puede ser esto posible?

El 26 de enero, la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro emitió la Licencia General No.1A , que permite a los estadounidenses continuar adquiriendo acciones en ciertas compañías asociadas con “empresas militares comunistas chinas”, conocidas como CCMC (por sus siglas en inglés), hasta el 27 de mayo. El plazo anterior, establecido por la administración Trump, fue el 28 de enero.

La Licencia General retrasó una parte de la aplicación de la histórica Orden Ejecutiva 13959 del presidente Trump, emitida el 12 de noviembre de 2020.

La OE13959 impedía a los inversores, sujetos a disposiciones de liquidación, comprar o poseer acciones en cualquier empresa designada como CCMC. En resumen, Trump ordenó a los estadounidenses que dejaran de financiar el ejército de China, el Ejército Popular de Liberación (EPL).

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En la actualidad, hay 44 empresas designadas como fuera de los límites de inversión, incluida Semiconductor Manufacturing International Corp., el principal fabricante de chips de China y China National Offshore Oil Corporation.

Las mejores mentes de Estados Unidos no sabían cómo aplicar la OE13959, razón por la cual Trump la modificó el 13 de enero emitiendo otra orden ejecutiva. Además, la Oficina de Control de Activos Extranjeros emitió al menos 15 explicaciones en forma de Preguntas Frecuentes.

Algunos argumentan que la Licencia General No.1A de Biden es simplemente una aclaración más. Sin embargo, en esencia, destripa la OE13959, lo que permite la inversión en docenas de empresas que deberían estar prohibidas.

La administración Biden, por lo tanto, cedió. Wall Street se opuso ferozmente a la orden ejecutiva de Trump y ahora tiene tiempo adicional para trabajar en su derogación.

Robinson, también expresidente de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad entre Estados Unidos y China tiene razón. Pekín ve a la comunidad financiera estadounidense como su canal para influir en los niveles más altos del sistema político estadounidense.

Di Dongsheng, de la Universidad Renmin de Pekín, en un evento ampliamente publicitado el 28 de noviembre en China, habló sobre cómo los líderes chinos habían usado en el pasado Wall Street – “el poder central de los Estados Unidos” como él lo expresó – para decirles a los presidentes estadounidenses qué hacer. Di también manifestó que el vínculo se rompió durante los años de Trump y que Pekín estaba ansioso por restablecer el canal de Wall Street con la entonces próxima administración Biden.

Llegó el momento de romper definitivamente la conexión entre Pekín, Wall Street y la Casa Blanca. En última instancia, no se debería permitir que los estadounidenses inviertan en ningún negocio chino, ya sea que ahora se haya designado formalmente como Compañía Militar Comunista China o no.

Además, la prohibición de inversiones de Estados Unidos debería aplicarse a las empresas de propiedad privada. Como escribió el presidente Trump en el preámbulo de OE13959, “la estrategia nacional de Fusión Civil-Militar” significa que el partido-estado obliga a las empresas privadas a apoyar los “aparatos militares, de inteligencia y de seguridad y ayudar en su desarrollo y modernización”.

El dinero es fungible. Cada dólar que se destina a una empresa china, ya sea estatal o privada, enriquece a un régimen que ha declarado una “guerra popular” a Estados Unidos. Por lo tanto, todas las empresas deberían estar fuera del alcance de las inversiones de los estadounidenses.

Wall Street, con la ayuda de su amigo en 1600 Pennsylvania Avenue NW, está financiando la guerra de China contra Estados Unidos.

Fuente: China Watch Institute

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