Por Fabiola Mouzo
El uso de la mascarilla ya está afectando las relaciones interpersonales y creando seres humanos más aislados. Así lo ha puesto de manifiesto el experto en neuroeducación, Fernando Alberca, en su nuevo libro titulado Educa sin estrés y que acaba de publicar la editorial Toromítico, en el que llega a la conclusión de que “la mascarilla se convertirá en el peor enemigo de la escuela”.
Para Alberca, el estrés se ha apoderado de la vida de los educadores, padres y alumnos en estos últimos tiempos y, aunque no es nuevo, ahora también está motivado de alguna forma por los nuevos planteamientos y recomendaciones educativas que están surgiendo a raíz del coronavirus.
El uso de la mascarilla en la vuelta al colegio en septiembre supondrá un escenario de aislamiento completamente nuevo y será una barrera comunicativa, que a juicio de este psicólogo, hará que los niños comprendan las materias con más dificultad y sean menos comprendidos en la escuela.
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Y es que, según Alberca, el ser humano está perfectamente diseñado para interpretar los 43 músculos de la cara. De hecho, un niño aprende a identificar, durante su primer año de vida, a la persona que los cuida y los quiere por la forma de su mandíbula, según explica. “Se trata de la parte del ser humano más primitiva, pero está comprobado científicamente, si un niño solo ve mascarillas ¿cómo interpretará esa relación?” se ha preguntado.
Saber “leer” los músculos de la cara “es de vital importancia en la infancia para aprender a sentir empatía con el compañero, compartir momentos de alegría o poder acudir al auxilio del amigo de banca cuando sea necesario, sin necesidad de la palabra, muchas veces inexistente por el pudor de los alumnos a manifestar sus sentimientos”, explica el experto.
“LA GENERACIÓN DE PRIMARIA SUFRIRÁ LAS CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS PROVOCADAS POR EL MIEDO Y EL AISLAMIENTO”
Esa falta de comunicación y comprensión entre los menores y sus profesores puede ser “devastadora”. A juicio de Alberca, “ocultar el mapa de la cara donde los niños aprenden a leer cómo relacionarse con alguien no es la receta óptima para promover una interacción entre todos los integrantes de la clase, incluido el profesor”.
Y es que ir con mascarilla impedirá la comunicación no verbal “en la que se apoyan niños y niñas, siendo esta su principal medio de relación y aprendizaje”. Igualmente, la conexión con el docente “será reducida en el mejor de los casos; en muchas situaciones será nula”.
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Las mascarillas ocultan uno de los órganos más expresivos de los niños, la boca, que se queda aislada del resto de la cara, como los ojos, cuya interpretación “solo está al alcance de los expertos y fuera del juicio interpretativo de niños y adolescentes”, comenta Alberca.
Pero una receta totalmente eficiente todavía no está escrita. Sin embargo, el experto sugiere que el uso de mascarilla no sea obligatorio en los escolares que están en la misma clase y las usen solo en caso de compartir con otros grupos. Aún así, Fernando Alberca asegura que es casi imposible mantener las distancias en el colegio porque el propio dinamismo de la clase lo impide.
Evitar el contacto que conlleva afecto, seguridad, pertenencia, comprensión, conexión, apoyo y compañía, “causará cierto destrozo emocional de complejas consecuencias en los infantes y si se prolonga la imposibilidad de acercarse a menos de metro y medio, la generación de Primaria de hoy sufrirá las consecuencias psicológicas provocadas por el miedo, la incomprensión, el aislamiento, la desprotección, el abatimiento, el decaimiento, la agresividad y la soledad”.
Aprender a gobernar el estrés
Más allá del hábito temporal que supone el uso de la mascarilla y el distanciamiento social, aprender a gobernar el estrés, que en ciertas ocasiones mata la relación entre padres e hijos, es uno de los objetivos del nuevo libro de Fernando Alberca. “Hay que ofrecer una visión global, más práctica y menos analítica de las cosas para que los padres puedan separar la educación de sus hijos de la suya, porque han pasado ya, desde 1984, cuatro generaciones diferentes marcadas por situaciones diferentes”, explica el autor.
Además, incide en la importancia de una educación que se adapte a las diferencias que existen entre los educadores y los alumnos y que se acople a la ya llamada Generación Corona, marcada por la experiencia infantil de haber vivido a través de sus padres, madres y educadores, la incertidumbre y el aislamiento de una pandemia de la que nadie ha escapado.
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La generación que arranca en el año 2020 debía estar marcada por la inteligencia artificial, dejando la conectividad de las redes sociales como algo ya aprendido y concienciado pero, a juicio de Alberca, el covid-19, el confinamiento y las medidas de seguridad, que no se sabe hasta cuándo se prolongarán, ha venido a modificar ese concepto. Así, la Generación Corona estará marcada por el miedo, la incertidumbre y la falta de comunicación y comprensión.
Ahora más que nunca, asevera el autor, “es preciso entender a esta nueva generación de alumnos, muy diferentes desde el punto de vista tecnológico y emocional que la de hace tan solo unos meses, por eso es conveniente adaptar los planes de educación a esta nueva situación que se ha acelerado a un ritmo vertiginoso”, concluye.
Fuente: eldiadecordoba.es