Milagros Boyer

Con el inicio de la gestión de Joe Biden, también comenzó una cacería de brujas. Esto no solo se refiere a la congresista Nancy Pelosi y sus obscenas ganas de inhabilitar a Donald Trump por todos los medios, incluso después de dejar la Casa Blanca. Hay quienes, lejos de los escritorios así como del Congreso, también quieren un pedazo del republicano.

En concreto, hablamos de Antifa. Dicha organización —calificada como terrorista en Estados Unidos— ya está en las redes hablando de ir a reventar el lado más fino de la cuerda. Tienen la mira en un blanco particular: los simpatizantes de Donald Trump.

Según los informes del miércoles, reseñados en One America News y el diario británico The Sun, Antifa está organizando una «destrucción selectiva» así como una «acción directa» para los próximos días. El plan estuvo pautado para el día de la juramentación de Biden y se extendería hasta finales de este mes. De hecho, los flyers de estas convocatorias ya se encuentran esparcidos en la red.

El periodista Andy Ngo, un crítico de Antifa, publicó videos mostrando partidarios de la organización involucrados en enfrentamientos violentos. Asimismo, escribió: «Antifa continuará publicando el llamado a disturbios en todo Estados Unidos el 20 de enero. Estos son algunos de sus volantes para Seattle, el norte de California y Denver».

Aunque no se reseñó en los medios, la misión que tuvo este movimiento se cumplió. El fotógrafo Michael Ciaglo retrató una manifestación que ocurrió frente al Capitolio de Denver, Colorado, este miércoles, el mismo día de la juramentación de Biden como presidente de la nación norteamericana.

Algunos miembros del Partido Comunista de Estados Unidos, acompañados por seguidores de otros grupos «antifascistas», quemaron una bandera estadounidense justo al frente de esta edificación, se lee en el post. Un escenario deplorable.

Sin embargo, lo realmente peligroso no es el disturbio o la quema «simbólica» como tal. Lo preocupante es que no hay el más mínimo ápice de remordimiento por lo sucedido. Tampoco hubo mayores referencias en los periódicos o en las redes sobre un suceso que supone una afrenta al patriotismo norteamericano.

El verdadero peligro es la timidez para enfrentar a Antifa

Los Antifa no esconden su objetivo. Incitan a la anarquía y sus simpatizantes están orgullosos de ello. Se les puede distinguir fácilmente en videos, ya que están vestidos completamente de negro y cubriendo sus rostros con pasamontañas o pañuelos para encubrir su identidad.

El calificativo de «organización terrorista» fue asignado por Donald Trump. Tuvo razón al hacerlo. Las muestras de ello son palpables. Por ejemplo, el portal Breitbart repasó al menos 74 ocasiones en que manifestantes de extrema izquierda se involucraron en actos de violencia, destrucción o intimidación en los 30 días previos a las elecciones de noviembre.

Por su parte, el demócrata Joe Biden habló de Antifa en el primer debate presidencial. En aquella ocasión, evitó tacharlos con adjetivos peyorativos y se limitó a decir que  se trataba de «una idea, no una organización». Hoy, quienes apoyan esta «idea» han sido vistos atacando a simpatizantes de Trump. Como prueba de ello, lo sucedido en las marchas que se hicieron durante 2020 en apoyo al expresidente. Y ahora, van por más.

Entonces, lo peligroso de esta «idea» —que Joe Biden ha minimizado— es que está tomando forma, consistencia, solidez, como quieran llamarle. Es algo que está ocurriendo de a poco, pero de manera constante. Se habla de unos disturbios por aquí y unos rebeldes que dejaron unos vidrios rotos por allá. Pero pasa. Está pasando.

Al unir los puntos, uno empieza a ver patrones cada vez más evidentes de estas sublevaciones. Solo hay que estar atento a las señales y ver ciertos rastros. Rastros que se perciben, por ejemplo, en aquellos carteles que hoy empapelan alguna que otra calle de Estados Unidos, en búsqueda de un seguidor que se tropiece con ellos, ya sea en Washington, Nueva York o Los Angeles. Porque sí, es necesario buscar aliados hasta en los territorios más pop.

Antifa es solo una idea. Sí, esto ya se mencionó en el texto. Pero es necesario recordar que en ese debate de septiembre de 2020, Biden tomaba su actitud de señor bonachón para describir a unos de los movimientos que actualmente se encuentra incrustado en Estados Unidos, causando daños de manera progresiva al país, lo cual puede eventualmente jugarle en contra.

El aparataje detrás de la «idea»

El analista Héctor Schamis relató para Infobae lo peligroso de la definición que le dio el entonces precandidato presidencial Joe Biden a Antifa: «Si solo fuera una ‘idea’, Antifa estaría protegida por la Constitución bajo la primera enmienda, la libertad de expresión. Eso no sería una buena noticia».

Aclara también que el hecho de que Antifa no esté organizada en una estructura jerárquica no significa que no sea una organización. De la misma forma, se acota que aunque no cuenta con una presencia digital activa per se, muchos usuarios en redes sociales se identifican abiertamente como simpatizantes de este movimiento.

Las cuentas en Twitter son cada vez mayores y suman hasta 20000 o 30000 seguidores, a pesar de ser conocidos como personas altamente violentas. A esto Schamis también le da una explicación: «Ocurre que (Antifa) funciona de manera horizontal por medio de células autónomas, las cuales comparten ideas similares, un cierto anarquismo difuso, y usan idénticos métodos, violentos, lo cual han hecho explicito en sus “manifiestos”.

Entonces, ¿Antifa es solo una idea? Ahora no lo parece y no detenerles puede salir caro. Muy caro.

Fuente: Panampost.

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