Por Oriana Rivas
Aberrantes. Así son las torturas que la dictadura chavista aplica a los presos políticos en Venezuela. Los derechos humanos no existen, y mucho menos la empatía. Los métodos usados por el régimen los aprendió del ejército cubano, que lo supervisa sin el menor remordimiento.
Está claro que la dictadura aplica procedimientos de control apoyado en crímenes de lesa humanidad. La Corte Penal Internacional lo investiga por eso desde 2018, mientras que organizaciones independientes hacen el monitoreo constante de la preocupante situación.
Cada una de las violaciones y abusos quedaron plasmados en el informe anual del Instituto Centro de Estudios para América Latina (Casla). El recorrido va desde los asesinatos en manifestaciones hasta los nuevos métodos de tortura, incluidos testimonios de exfuncionarios que presenciaron con sus propios ojos los métodos usados por el régimen para adoctrinar a la población, con constantes viajes a Cuba para aprender nuevas técnicas.
«Espeluznante», es el término que usó Michael G. Kozak, subsecretario del Departamento de Estado de EE. UU. para Asuntos del Hemisferio Occidental, sobre el informe que describe los casos.
Torturas atroces
Para leer el informe hay que tener estómago de acero. Nicolás Maduro, a través de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), aplica nuevos patrones de tortura contra disidentes.
El «manicure» es un método de introducción de agujas en las uñas de las manos, el informe de Casla cuenta por lo menos tres personas (dos hombres y una mujer), fueron sometidos a esta tortura mientras permanecían esposadas e inmóviles.
Otra técnica conocida como el «ataúd» o «la caja de muñecas» había sido adelantada por la directora ejecutiva de Instituto Casla, Tamara Suju en entrevista con PanAm Post y detallada en este informe. La celda, sin ventilación ni luz, mide 60 x 60cm. La estrechez busca inmovilizar a las víctimas, causándole asfixia, opresión y desvanecimiento. Allí permanecen por tres noches y cuatro días.
Comida con vidrios molidos, asfixia con excremento y tortura sonora. La lista es larga y el horror, aún más. Todo eso atraviesan los presos políticos en Venezuela.
En Caracas, la capital del país están detectados tres centros clandestinos de tortura. Uno de ellos, bautizado como “el Infierno Zona 51”, tiene la fachada de una casa. Está equipada con herramientas y utensilios para torturar a perseguidos políticos y además, también sirve para ocultar a personas secuestradas para extorsionarlas.
Los testimonios
Luis Almagro, secretario general de la OEA participó en la presentación de la investigación. Desde ese organismo también han emitido informes sobre la violación de derechos humanos en Venezuela.
A finales de del año pasado, la OEA registró más de 18.000 asesinatos por fuerzas de seguridad del Estado o grupos rebeldes desde 2014 y más de 15.000 detenciones arbitrarias y 724 casos de desaparición forzada en 2018 y 2019.
Detrás de todas la cifras, hay personas que presenciaron cómo la dictadura de Chávez y luego la de Maduro, acudieron a los cubanos e iraníes para instruirse en las técnicas de tortura. Ahora son funcionarios que desertaron por no estar de acuerdo con semejantes lineamientos.
Un oficial de rango medio de la Fuerza Armada Nacional (no reveló su identidad) describe que en Fuerte Tiuna —principal base militar de Caracas— hay una “Escuela de Operaciones Psicológicas”, donde se ofrece un curso para aprender a manipular a las personas a través de la propaganda política, terapias de choque, manipulación y adiestramiento en comunicaciones.
«Durante siete de los 14 meses que dura este adiestramiento, los ‘alumnos’ son formados por oficiales cubanos e iraníes, recibiendo el enfoque desde estas dos perspectivas y cómo deben aplicarlo a la población civil», completa.
Otro testimonio, de un exfuncionario del régimen (nombre en reserva), cuenta que fue adoctrinado desde el 1997 cuando empezó a simpatizar con Hugo Chávez. Años más tarde viajó a Cuba para asistir a un seminario sobre el pensamiento de Fidel Castro.
«Miles de jóvenes han sido formados y adoctrinados en la isla y en Venezuela por cubanos. De esta manera, se aseguran una generación fiel, formada por ellos mismos», agrega.
Los centros de tortura se siguen multiplicando, llenos de presos políticos con cero condiciones de salud. Tampoco bastan las visitas de la Alta Comisionada de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, porque la dictadura le manipula la realidad.
Por esta razón, el Instituto Casla asegura que la única solución es la salida del régimen, con el apoyo de los Estados democráticos del mundo.
Fuente: panampost.com