El 2020 es un año que nunca olvidaremos. Un virus salido de China provocó una pandemia mundial que muchos creíamos posible solo en películas.
Vimos gente morir sola porque no permitían a sus familiares acompañarlos en sus últimos momentos.Vimos a millones perder sus trabajos y sus ahorros de toda la vida porque un día la economía simplemente se apagó. Pero, al tiempo, también aprendimos cosas importantes y recordamos lo maravillosos que son esos pequeños placeres que antes dábamos por sentado.
Durante meses deseamos fervientemente una conversación al aire libre, abrazar y besar a nuestros conocidos y seres queridos, o salir simplemente a recibir el sol. Estábamos todos encarcelados por culpa del Partido Comunista chino (PCCh).
La vida está hecha de momentos buenos y también malos, a veces, como en este año, los malos ratos duran mucho, pero lo importante es salir adelante y aprender de los errores y de las dificultades para ser cada vez mejores. No es mentira que de los momentos más difíciles se sacan las mejores enseñanzas.
Este 2020 de películas nos dejó 5 aprendizajes fundamentales:
Solo hace falta generar pánico para arrebatar a los individuos su libertad
Al llegar el coronavirus, increíblemente, tal y como ocurría en la Unión Soviética, vimos gente denunciando a sus vecinos ante la policía por salir a dar un paseo o por hacer reuniones en sus casas. También vimos gente exigiendo a políticos y autoridades que “por el bien de todos” se cerrara la economía y se le impidiera a la gente trabajar.
Sobre todo en los primeros meses de la pandemia el pánico que crearon políticos, organizaciones globalistas como la OMS y medios de comunicación, fue tal que millones de personas pedían a gritos que se nos arrebataran todas nuestras libertades.
Calles militarizadas, precios máximos, toques de queda, estado de alarma, prohibido trabajar; fue un cercenamiento brutal de las libertades, y millones de personas simplemente se quedaban mudos, otro tanto aplaudía, y muy pocos gritábamos sobre la locura de entregar nuestra libertad.
El 2020 nos demostró que generar angustia y pánico es un arma supremamente efectiva para controlar a la población sin que siquiera se den cuenta que están entregando su libertad.
El Partido Comunista chino es una amenaza para el mundo entero
Seguramente la mayoría de la gente, que no sabe más de China que lo que dicen los titulares sobre una “guerra comercial con USA”, nunca imaginó que un país al otro lado del mundo podría arrebatarnos tanto.
El Partido Comunista chino tiene una visión de imperio, quiere extender su poderío e influencia alrededor del mundo, y no le importa a qué precio ni cuántas vidas se lleve por delante. Sabemos de cómo tratan a los chinos y de las condiciones de esclavitud en las que los mantienen, pero el PCCh no solo es un peligro para los chinos sino para el mundo entero.
En este momento aún no es claro si el virus fue creado intencionalmente en un laboratorio o si fue una fatídica casualidad que salió de los extraños mercados donde venden especies exóticas. Lo que sí está claro es que el PCCh sabía desde principios de enero que había un virus que se transmitía de persona a persona y no solo no hizo nada para contener la propagación, sino que ocultó información -incluso desapareciendo a los científicos que se atrevían a alertar sobre lo que ocurría-, negó que se tratara de un virus peligroso y permitió la salida de chinos hacia el exterior, cuando dentro del país -como ya sabían de la gravedad- tenían fuertes restricciones de movilidad entre ciudades.
EL PCCh no solo es un peligro mundial por sus negocios cada vez más grandes en Latinoamérica, por el robo de datos en USA y en diferentes países, por el robo de de tecnología a empresas de todos los países, por la porción cada vez más grande de mercado internacional que toma a punta de devaluar su moneda y tener mano de obra esclava, sino que es un peligro porque es capaz de exportar un virus mortal que puso en jaque al mundo entero.
En el 2020 entendimos que el globalismo es un peligro enorme
El globalismo es esa ideología según la cual el mundo es una aldea global que debe estar regida por un solo Gobierno. Quieren desaparecer las fronteras y que sean unos cuantos -presentados como sabios- los que decidan los caminos de la “aldea global”. El globalismo es, pues, un proyecto geopolítico.
Seguramente muchos no tienen ni idea de qué es el globalismo, sin embargo, sí quedó claro durante la pandemia que los políticos alrededor del mundo miraron todos a instituciones como la OMS intentando saber qué hacer. La Organización Mundial de la Salud es, sin duda, uno de los proyectos globalistas más importantes, vendría a ser una especie de Ministerio de la Salud mundial.
La pandemia nos demostró el craso error que es creer en organismos de orden globalista que dicen tener la última palabra en todo y que aspiran a dar órdenes en el mundo entero, por encima de los Gobiernos de cada país. La OMS incluso ocultó información sobre lo que ocurría con el coronavirus en China, luego sistemáticamente dio información incorrecta, para, finalmente, echar para atrás en muchas de las recomendaciones que dio en un principio.
El famoso tik-tok en el que se burlan de todas las recomendaciones contradictorias de la OMS, “Usa tapabocas, no lo uses, úsalo solo si eres médico, mejor que lo usen todos. Es bueno salir y tomar el sol, no es bueno salir, todos a cuarentena, fue un error la cuarentena…”, es solo una muestra de cómo la gente del común ya entendió que es mejor no confiar en esos “sabios” que quieren ser el Gobierno mundial.
No es el Estado el que te salva, sino el sector privado
Millones de personas alrededor del mundo se quedaron esperando las promesas de políticos que aseguraron que, a cambio de dejarlos encerrados, les mandarían cheques y mercados para que pudieran paliar la difícil situación económica que se vive por cuenta de las cuarentenas y el virus.
Al principio, la mayoría, en todos los países, obedeció. Se quedaron en sus casas esperando la ayuda, pero cuando esa promesa no se cumplió, entendieron que no es el Estado, no son los políticos los que los van a salvar, por eso, poco a poco, la gente volvió la calle y exigió que los dejen trabajar, que no cierren las empresas, que no acaben con el sector privado, porque es ahí donde está la creación de valor.
Hay que reaccionar contra la dictadura moral de la nueva izquierda
No todas las enseñanzas importantes del 2020 tienen que ver con el coronavirus. Este año también nos dejó claro que millones de personas, en USA y en el mundo entero, están hartas de las locuras y la dictadura moral de la nueva izquierda. Incluso gente de izquierda, cuando los han “cancelado” a ellos, han reconocido que el asunto se salió de control.
Uno de los casos más llamativos de este año fue el de la escritora británica J. K. Rowling, la creadora de Harry Potter, quien fue acusada de “transfobia” después de twittear un enlace a un artículo titulado “Creando un mundo post-covid-19 más igualitario para la gente que menstrúa” acompañado de el siguiente comentario «con que “esa gente que menstrúa”. Estoy segura que solía haber una palabra para esa gente. Alguien ayudeme. Moujer, mijur, mojur». Después de eso, trabajadores de su editorial intentaron hacer un boicot asegurando que no querían trabajar para el proyecto de una “transfóbica”.
Varios sucesos como este, donde personajes del mundo artístico fueron mandados a la guillotina de lo que ahora llaman “cultura de la cancelación”, despertaron el desprecio de millones de personas que se han cansado de tanta bobada, de la dictadura de unos subnormales a los que todo les ofende.
De hecho, en gran parte, los buenos números de Trump, la consolidación del movimiento MAGA, el crecimiento del voto latino y de minorías en favor del presidente, son consecuencia del desprecio del ciudadano de a pie a este tipo de tonterías que pueden incluso acabar con la carrera profesional de una persona.
Ya ni siquiera es posible en USA sentarse a ver un partido de la NFL sin tener que aguantar las tonterías progresistas. Eso, por supuesto, enoja a millones que han dejado claro que no quieren más dictadura moral de la izquierda.
Fuente: El American