Por Mamela Fiallo Flor
La libertad religiosa es la primera libertad consagrada en la Constitución de los EE. UU., en la primera enmienda. Por ell’, el presidente Donald Trump hizo una proclamación en honor a un mártir de la fe.
«Como estadounidenses, primero nos unió nuestra creencia de que ‘la rebelión contra los tiranos es obediencia a Dios’», exclamó desde la Casa Blanca.
«Si vamos a seguir siendo la tierra de los libres, ningún funcionario del gobierno, ningún gobernador, ningún burócrata, ningún juez ni ningún legislador debe poder decretar lo que es ortodoxo en materia de religión o exigir a los creyentes religiosos que violen sus conciencias. Ningún derecho es más fundamental para una sociedad pacífica, próspera y virtuosa que el derecho a seguir las convicciones religiosas de uno. Como declaré en la plaza Krasiński en Varsovia, Polonia, el 6 de julio de 2017, la gente de Estados Unidos y la gente del mundo todavía claman: ‘Queremos a Dios’», continuó.
Por ello, Trump proclamó el aniversario 850 del martirio del sacerdote Thomas Becket.
Becket fue un estadista, un erudito, un canciller, un sacerdote, un arzobispo y un león de la libertad religiosa, exclamó Trump.
Gracias a ese mártir existe la libertad religiosa en Occidente, aseguró el presidente.
En 1170 fue ejecutado por orden del rey Enrique II de Inglaterra, rebanado en pedazos dentro de la iglesia que presidía.
Es reconocido como un santo, tanto de la tradición católica como la comunión anglicana.
¿El motivo? Se opuso a la intervención del rey en los asuntos de la Iglesia.
Su muerte fue lo que motivó la primera incorporación escrita en un cuerpo de leyes para respetar la libertad religiosa.
«El martirio de Thomas Becket cambió el curso de la historia. Eventualmente provocó numerosas limitaciones constitucionales al poder del estado sobre la Iglesia en todo Occidente. En Inglaterra, el asesinato de Becket condujo a la declaración de la Carta Magna 45 años después de que: ‘[L] a iglesia inglesa será libre, y sus derechos no disminuirán y sus libertades intactas’», declaró Trump desde la Casa Blanca.
Thomas dio su vida para que, como dijo, «la Iglesia alcance la libertad y la paz», continuó.
Como arzobispo, Becket le dijo al rey: «Dios es el gobernante supremo, por encima de los reyes» y «debemos obedecer a Dios en lugar de a los hombres».
Acto seguido, fue expropiado de todos sus bienes y tuvo que huir de su natal Inglaterra.
Gracias a la intervención del papa, Becket pude volver. Pero no desistió en sus enfrentamientos con el rey y este ordenó su muerte.
Sus últimas palabras en esta tierra fueron estas: «Por el nombre de Jesús y la protección de la Iglesia, estoy dispuesto a abrazar la muerte».
Según afirmó Trump, es gracias a grandes hombres como Thomas Becket que el primer presidente estadounidense, George Washington, pudo proclamar más de 600 años después que, en los Estados Unidos, “todos poseen por igual libertad de conciencia e inmunidades de ciudadanía” y que “ahora ya no existe que se hable de tolerancia, como si fuera por la indulgencia de una clase de personas, que otra disfrutara del ejercicio de sus derechos naturales inherentes”.
El presidente asegura que la muerte de Thomas Becket sirve como un recordatorio poderoso y atemporal para todos los estadounidenses de que la libertad religiosa no es un mero lujo o accidente de la historia, sino más bien un elemento esencial de nuestra libertad. Es nuestro tesoro y herencia invaluables. Y fue comprada con sangre de mártires.
Aprovechó para hacer un llamado a poner fin a la persecución religiosa en todo el mundo.
Trump afirmó la defensa de la vida contra la agenda de control globalista
El presidente advirtió a los poderes globalistas como la ONU que los burócratas de la globalización no tienen absolutamente ningún derecho a atacar la soberanía de las naciones que desean proteger la vida inocente, reflejando la creencia de los Estados Unidos y muchos otros países de que cada niño, nacido y no nacido, es un regalo sagrado de Dios.
Pidió oración por los creyentes perseguidos en todas partes, especialmente por sus pastores valientes e inspiradores, como el cardenal Joseph Zen de Hong Kong y el pastor Wang Yi de Chengdu, que son testigos incansables de la esperanza.
Vale mencionar que el obispo emérito de Hong Kong, Zen, es el principal crítico de Francisco I y de su colaboración con regímenes comunistas.
Finalmente, Trump concluyó diciendo: “Una sociedad sin religión no puede prosperar. Una nación sin fe no puede perdurar, porque la justicia, la bondad y la paz no pueden prevalecer sin la gracia de Dios”.
Como cierre, declaró la fecha en honor al mártir e hizo referencia al año en curso como año de Nuestro Señor dos mil veinte.
Frente a una era donde la izquierda busca convertir al Estado en un culto, Trump afirmó los valores con los cuales fue fundada la nación, primando la libertad religiosa y los límites de los líderes ante Dios.
Desde The Federalist advierten que bajo una presidencia de Biden y Harris no se puede esperar una defensa de la libertad religiosa.
Al contrario, Biden anunció que revocaría la Enmienda Hyde que impide el uso de fondos federales para abortos y el Acuerdo de la Ciudad de México que niega el uso del dinero de los contribuyentes para financiar abortos en países del tercer mundo.
Es decir, hará que quienes están en contra de matar a los no nacidos tengan que pagar por hacerlo dentro y fuera de los EE.UU., atentando así contra sus principios morales y religiosos.
De modo que Biden anuncia ser útil a la agenda globalista de control de población, a la que Trump ha enfrentado.
Fuente: panampost.com