Por Steven Mosher
El resultado de las elecciones presidenciales de 2020 finalmente se decidirá, según parece ahora, el 6 de enero. Ese es el día en que la Cámara y el Senado se reúnen en sesión conjunta, presidida por el vicepresidente Mike Pence, para votar si se aceptan los votos del colegio electoral de cada uno de los cincuenta estados. Como especifica la Duodécima Enmienda, esto se hará estado por estado, en orden alfabético.
Los votos de los colegios electorales de Alabama y Alaska para el presidente Trump se leerán ante el cuerpo reunido, que votará para aceptarlos sin controversia.
Pero luego llegaremos a los 11 votos del colegio electoral de Arizona. El vicepresidente tendrá dos listas de votos en sus manos: la lista oficial, certificada por el gobernador de Arizona -Doug Ducey- para Joe Biden; y una segunda lista, enviada por los electores republicanos del estado, para Donald Trump. Leerá la pizarra oficial… y varias decenas de congresistas y senadores republicanos se opondrán.
Argumentarán que el verdadero ganador de las elecciones de Arizona fue Donald Trump, que la lista de votos de Biden debería descartarse y que la lista de votos republicanos favorable a Trump debería aceptarse en su lugar. En este punto, como exige una ley de 1948 , la Cámara y el Senado se retirarán a sus cámaras separadas para votar si aceptan los votos del colegio electoral de Biden.
En una votación con disciplina partidista, la Cámara liderada por Pelosi votaría por un estrecho margen para aceptar la lista de Biden, mientras que el Senado, dominado por los republicanos, votaría por un estrecho margen para rechazarla. Aquí es donde las cosas se complican. La ley de 1948 dice que ambas cámaras deben rechazar «al mismo tiempo» lista «certificada» por le Colegio Electoral. Por otro lado, tal ley no puede prevalecer sobre la Constitución, que claramente identifica al vicepresidente Pence como el presidente de esta cita. Como tal, el vicepresidente podría dictaminar que, dado que la Cámara y el Senado están divididos, la lista de votos del colegio electoral favorable a Biden no se contará. También se puede argumentar que la propia ley de 1948 viola la Constitución, lo que abre un recurso de emergencia ante la Corte Suprema.
Este mismo proceso se desarrollará con los 50 estados. En total, siete estados han enviado a Washington votos electorales favorables a Trump: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Nuevo México, Pensilvania y Wisconsin. Si todos los estados en disputa que han enviado listas confrontadas a las del colegio electoral al D.C. tienen sus votos rechazados de esta manera, ni Trump ni Biden obtendrían la mayoría de los votos del colegio electoral, y el asunto pasa a la Cámara, donde cada delegación estatal obtiene un voto. Ahí Trump gana por 27 a 21.
El problema con este escenario es que varios senadores republicanos han dejado claro que preferirían no tener que votar en absoluto. Si varios de estos RINO [Republicanos sólo de nombre, por sus siglas en inglés], como los notables golpeadores de Trump Mitt Romney y Ben Sasse emiten un voto a favor de la lista de electores pro Biden, o incluso simplemente no se presentan a los procedimientos, Biden tendrá éxito en el atraco electoral más audaz de todos los tiempos. Será Historia americana.
El presidente Trump comprende la necesidad de mantener en vereda a estos traidores egoístas. Por eso está animando a sus seguidores a que se presenten en el Washington Mall para la votación del martes 6 de enero. (También quisiera señalar que el 6 de enero es la Fiesta de la Epifanía. Nunca descarto a Nuestra Señora).
Hace dos semanas Trump tuiteó: «Es estadísticamente imposible haber perdido las elecciones de 2020. Habrá una gran protesta en el D. C. el 6 de enero. ¡Acudid, será brutal!»
El 27 de diciembre, insistió: «Nos vemos en Washington D. C., el 6 de enero. No os lo perdáis».
Trump hizo el llamamiento y los Estados Unidos responderán. Las estimaciones apuntan a que más de un millón de seguidores de Trump acudirán a Washington D. C. el próximo 6 de enero para apoyar la reelección del presidente. La multitud será una muestra representativa de los norteamericanos. Los hombres de negocios se codearán con los carpinteros. Transportistas y los dueños de pequeños negocios harán causa común. Blancos, negros, hispanos, asiáticos permanecerán juntos.
Se dice que ante muerte se agudiza la mente. Las proclamas provenientes de una inmensa multitud seguramente agudizará las mentes de los senadores republicanos, que se darán cuenta de que les están observando
La configuración de la multitud será un recordatorio a los miembros del establishment republicano, en especial a los que ejercen en el Senado, que ahora es el partido de Trump. Y que es el partido que está en el corazón de los Estados Unidos, el partido de las clases medias y trabajadoras, el partido de los patriotas de todos sus rincones.
Imagínense esto: El Senado se retira a su hemiciclo a revisar la lista «oficial» de electores de, digamos, Pennsylvania. Cuando están a punto de votar, una voz truena proveniente de la multitud que aguarda fuera: «¡Queremos a Trump! ¡Queremos a Trump!». Y es seguida por otra: «¡Cuatro años más! ¡Cuatro años más!».
Se dice que ante muerte se agudiza la mente. Las proclamas provenientes de una inmensa multitud seguramente agudizará las mentes de los senadores republicanos, que se darán cuenta de que les están observando. Si se mantienen, cosecharán los aplausos de la multitud. Pero en el caso de que voten en contra del presidente más popular en la reciente historia americana, será un suicidio político.
Quisiera animar a todos los que suelen acudir a la Marcha por la Vida a respaldar la manifestación del día 6 de enero, por la misma razón. No hay mejor forma de levantarse por la vida que apoyar un segundo mandato del presidente más provida de la historia americana. Si Biden se abre camino hacia la Casa Blanca, se cerrará la veda para la caza del nonato.
Si pueden acudir a la convocatoria, lleven consigo agua y comida, porque el izquierdista alcalde de Washington D.C. intentará cerrar todos los restaurantes y los puestos de comida ese día. Más allá de este contratiempo, sin embargo, todo debería salir bien. Estará todo lo seguro que se puede estar hoy en día en los Estados Unidos desde el momento en que estará rodeado de un millón de devotos patriotas americanos a lo largo de todo el día.
Pase lo que pase ese histórico día, será una fecha para recordar. Podrá decirle a sus nietos que estuvo en la primera línea de la Segunda Revolución Americana para salvar la República.
Fuente: actuall.com