Por Agustín Laje
La militancia abortista está compuesta de una extensa fauna de lo que Lenin hubiera llamado “idiotas útiles”: esto es, personas desinformadas que sirven, sin proponérselo, a intereses que les son extraños, mientras creen hacer lo contrario. Ahora que otra vez en Argentina se debate la legalización del aborto, los vemos emerger como hongos.
Fundamentalmente, son de izquierdas. De alguna extraña manera se las ingenian para reivindicarse “revolucionarios” mientras lamen las botas de organismos globalistas como las variadas agencias de ONU. Revolucionarios de cartón. Pero también hay algunos “liberales” subidos al carro: la “centro-derechita cobarde” que se arrodilla a la hegemonía cultural de la izquierda. Liberales de copetín. Ambos sectores, y no necesariamente por las mismas razones, hacen las veces de verdaderos idiotas útiles en lo que a la agenda abortista respecta.
Lo que a continuación voy a presentar son documentos públicos oficiales. No hay conspiración alguna en la medida en que no hay secretismo
Y es que la del aborto constituye, ante todo, una agenda biopolítica, por un lado, y una agenda económica por el otro. Tal es el sustrato material que se esconde tras la humareda ideológica que hábilmente se ha instalado: “derechos de la mujer”, “planificación familiar”, “derechos sexuales y reproductivos”, “emancipación feminista”, etcétera. Palabrejas atractivas para el consumo de idiotas útiles: útiles a intereses biopolíticos y económicos.
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“¡Teorías de la conspiración!”, se puede escuchar desde aquí. Nada de eso. Lo que a continuación voy a presentar son documentos públicos oficiales. No hay conspiración alguna en la medida en que no hay secretismo. ¿Es que esta agenda carece de secretos? Tampoco. Los tiene, pero yo no los conozco. Todo lo que conozco, y de lo que puedo hablar con seriedad, es lo que emana de las propias Organizaciones Internacionales, de las propias ONG y de los propios Estados desarrollados que han venido impulsando esta agenda desde hace décadas.
El diagnóstico que se había puesto de moda por entonces era el de la ‘sobrepoblación’. Había que prepararse para una suerte de ‘apocalipsis demográfico’
Miremos, por ejemplo, Estados Unidos. Su rol, sobre todo bajo administraciones demócratas, ha sido crucial para esta agenda. La mayoría de los izquierdistas, por supuesto, lo ignora. Pero recordemos al Presidente Johnson decir en su discurso del vigésimo aniversario de Naciones Unidas: “Actuemos sobre el hecho de que menos de cinco dólares invertidos en control de población equivale a cien dólares invertidos en crecimiento económico”1. Este razonamiento escandalizó al intelectual de izquierda Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina a comienzos de la década del ’70 2, que denunció por entonces una masacre dentro del vientre de las mujeres pobres: los izquierdistas que hoy siguen leyendo a Galeano omiten alevosamente esa parte de su libro.
El diagnóstico que se había puesto de moda por entonces era el de la “sobrepoblación”. Había que prepararse para una suerte de “apocalipsis demográfico”. La paranoia acechaba en países ricos como el mencionado. Así pues, el gobierno norteamericano solicitó a nada menos que John D. Rockefeller III, a la sazón, un informe publicado en mayo de 1969, cuyo título es “Población Mundial: Un desafío para Naciones Unidas y su Sistema de Agencias”. Aquí se reconoció que países como EE.UU. y Suecia, y ONG’s como Ford Foundation, Rockefeller Foundation e IPPF, estaban trabajando en temas demográficos, pero que se necesitaba del apoyo de Naciones Unidas (el Fondo de Población de Naciones Unidas nace en consecuencia). Le tocó al presidente Richard Nixon evaluar el documento, del que dijo: “Estoy muy impresionado por el alcance y el empuje del reciente informe del Panel de la Asociación de Naciones Unidas, presidido por John D. Rockefeller III”. Y dispuso consecuencia:
“Le pedí al Secretario de Estado y al Administrador de la Agencia para el Desarrollo Internacional [AID] dar alta prioridad a la planificación familiar y de población (…). Similarmente, le estoy pidiendo a los Secretarios de Comercio y Salud, Educación y Bienestar, y a los Directores de Cuerpos de Paz y de la Agencia de Información de los Estados Unidos que presten mucha atención al asunto de la población cuando planean operaciones en el extranjero. […] Naciones Unidas, sus agencias especializadas y otros cuerpos internacionales deben tomar el liderazgo respondiendo al crecimiento de la población mundial”.
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El Informe Rockefeller demandó la legalización del aborto y la difusión de la ideología feminista a través de medios de comunicación y colegios
Podemos traer también a colación la “Comisión de Crecimiento de la Población y el Futuro Estadounidense” creada por el Congreso de los Estados Unidos, presidida por el mismo Rockefeller, de la cual surgirá el reporte conocido como “informe Rockefeller” que demandará la legalización del aborto y la difusión de la ideología feminista, a través de medios de comunicación y colegios, junto a Planned Parenthood, como coartada: “Creemos que el aborto no debe considerarse un sustituto del control de la natalidad, sino más bien como un elemento de un sistema integral de atención a la salud materno-infantil”. 4
Y cómo no mencionar el “Memorándum de Estudio para la Seguridad Nacional n° 200 — Implicaciones del crecimiento de la Población Mundial para la Seguridad de los Estados Unidos de Norteamérica y sus intereses ultramarinos (NSSM 200)”, más conocido como “informe Kissinger”, que establece que “dondequiera que una disminución de las presiones demográficas a través de la reducción de las tasas de natalidad pueden aumentar las perspectivas de tal estabilidad, la política de población se vuelve relevante para el suministro de recursos y para los intereses económicos de los Estados Unidos”. 5 Aquí también se apuesta a una retórica feminista y basada en “derechos” para “minimizar las acusaciones de una motivación imperialista detrás del apoyo a actividades de población”6. Y también se concluye: “Ningún país ha reducido su crecimiento poblacional sin recurrir al aborto”7. El Presidente Ford convirtió el “Memo 200” en política oficial de los Estados Unidos.8
La agenda abortista se constituye en derredor de circunstancias materiales, biopolíticas, muy claras
Podríamos seguir con Carter y, más adelante, con Clinton. En la época de este último es cuando la ONU lleva adelante una serie de conferencias internacionales que buscan establecer la agenda demográfica bajo la retórica feminista y de género. Una de ellas es la Conferencia de Población de El Cairo, en 1994, de cuyo documento final podemos apreciar las dimensiones del negocio que acompaña semejante ingeniería social: para lograr los objetivos de control demográfico se requerirán, pues, “17.000 millones de dólares en el año 2000, 18.500 millones de dólares en el año 2005, 20.500 millones de dólares en el año 2010 y 21.700 millones de dólares en el año 2015”.
Tómese todo esto simplemente como botón de muestra. Estoy omitiendo demasiadas cosas para las que no hay espacio, como el Club de Roma y el Global 2000. Pero el punto es claro: la agenda abortista se constituye en derredor de circunstancias materiales, biopolíticas, muy claras. Reproche doble, para izquierdistas y “liberales” abortistas: para los primeros, cabe mostrarles en qué medida terminaron militando al servicio de los intereses de potencias capitalistas; para los segundos, cabe cuestionarles la doble vara utilizada para oponerse al invervencionismo estatal: ¿está mal que el Estado intervenga la economía pero bien que intervenga la demografía? Sobre esto último, habría que recordar que nada menos que Friedrich Hayek, uno de los pensadores más brillantes del mundo libertario, denunció la agenda de control natal en su última obra, La fatal arrogancia. Y es que, en efecto, la demografía supone un caso más de los órdenes espontáneos que habría que proteger de la mentalidad constructivista e ingenieril a la que los libertarios, al menos en la teoría, se oponen.
[Planned Parenthood] no es realmente una “Organización No Gubernamental”, sino que es una organización financiada estatalmente
Pero la agenda abortista no es sólo biopolítica, sino también un negocio muy rentable. Pongamos el caso de International Planned Parenthood Federation (IPPF), una red global de clínicas abortistas que nació en 1952 con el auspicio de John D. Rockefeller III. En el reporte financiero de 2016 de IPPF, se lee que la ONG en cuestión cuenta con más de 46.000 establecimientos donde presta “servicios de planificación familiar”, entre ellos, abortos. Compárese con la marca más exitosa de comida rápida: McDonald’s tenía ese año en el mundo 36.899 sucursales. PPFA, la versión norteamericana de Planned Parenthood, informa en su sitio web que sus servicios de aborto cuestan hasta 1.500 dólares dentro del primer trimestre. Para tomar dimensión del asunto, considérese por ejemplo que entre julio de 2014 y julio de 2015, PPFA reporta haber realizado 323.999 “servicios de aborto” y documenta haber recibido del gobierno de Estados Unidos (Presidencia Obama) más de 553 millones de dólares.
Fuente: gaceta.es