Las elecciones presidenciales de este año en Estados Unidos han sido un tema candente, no solo en Estados Unidos sino también en el resto del mundo, incluyendo China, donde los internautas han mostrado gran interés.

Aunque el resultado de las elecciones aún está por definirse, se ha prestado mucha atención al fraude electoral. Sin embargo, los principales medios de comunicación de Estados Unidos se han negado a informar sobre el fraude y el escándalo del portátil de Hunter Biden, como si no supieran nada sobre estos importantes acontecimientos.

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¿Por qué estos medios de comunicación, que alguna vez fueron confiables, atacan fervientemente a Trump, incluso a costa de sacrificar su propia credibilidad? ¿Consideran que Trump es una amenaza para sus intereses personales?

La “marea roja” y su infiltración en Occidente desde la década de 1930

Dos libros de periodistas ayudaron a formar las opiniones de la sociedad occidental de manera equivocada hacia el comunismo. Uno de ellos fue “Diez días que conmovieron al mundo” de John Reed en 1917, y el otro fue “Estrella roja sobre China” de Edgar Snow en 1937.

Existen documentos que revelan que Reed era uno de los organizadores del partido comunista de Estados Unidos. También participó en la revolución de octubre. Su apoyo activo al comunismo fue elogiado por Vladimir Lenin, quien recomendó el libro de Reed: “Aquí hay un libro que me gustaría ver publicado con millones de copias y traducido a todos los idiomas”. Fue enterrado en la Necrópolis del Muro del Kremlin, un cementerio de activistas de élite pro-bolcheviques.

Snow, por otro lado, describió a Mao Zedong y al partido comunista chino como una representación de un nuevo sistema democrático. No fue hasta 1989 que su esposa Lois Wheeler se dio cuenta de su error. “Eso me despertó”, dijo en una entrevista. Desde entonces, ella ha condenado la masacre de la Plaza de Tiananmen y criticado las violaciones a los derechos humanos del PCCh. Cuando visitó Beijing en 2000, los agentes de policía le impidieron reunirse con un activista cuyo hijo había muerto en la masacre.

Estados Unidos se estableció sobre la base de la fe. Como un faro de esperanza para el mundo, EE. UU. fue llamado “una ciudad sobre una colina”. “Una nación bajo Dios” es parte del Juramento de Lealtad, y “En Dios confiamos” está impreso en los billetes de EE. UU. Por lo tanto, EE. UU. ha jugado el papel de guardián de los principios y el orden social en lugar de tomar el poder. Esto es similar al concepto de “seguir la ley celestial” en la cultura tradicional china.

La Gran Depresión de 1929 debilitó la economía estadounidense. Al mismo tiempo, periodistas como Walter Duranty endulzaron al sistema soviético, lo que le valió el premio Pulitzer en 1932. El entonces presidente Franklin D. Roosevelt inició el New Deal en 1933 para expandir varios programas hacia un gran gobierno como la economía planificada en la Unión Soviética.

No fue hasta 1990 que el New York Times admitió que los artículos de Duranty, su jefe de la oficina de Moscú en ese momento, distorsionaban la gran hambruna en la Unión Soviética y eran “algunos de los peores reportajes que aparecieron en este periódico”. La influencia del New Deal, sin embargo, fue profunda y duradera.

“Este fue el período crucial en la historia estadounidense —el período en el que los estadounidenses abandonaron los principios de libertad económica sobre los que se fundó nuestra nación—. Porque fue durante este tiempo que el modo de vida del estado de bienestar y la economía planificada sustituyó al modo de vida de la propiedad privada y la economía de mercado que había existido hasta entonces”, escribió Jacob Hornberger, exprofesor de derecho y economía y fundador y presidente de la Fundación Futuro de la Libertad.

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En 1964, el presidente de Estados Unidos Lyndon Johnson anunció la guerra contra la pobreza como parte de la gran sociedad. Sus propuestas, sorprendentemente, coincidían bien con las defendidas por el nuevo programa del partido comunista de EE. UU. que se publicó en 1966.

La destrucción de la sociedad occidental por el comunismo no se había limitado solo a la economía. En 1966, Mao lanzó la revolución cultural que duró una década, eliminando casi por completo todos los valores tradicionales de la cultura china. Al otro lado del océano, los hippies y los grupos de contracultura y pensamiento dominaron EE. UU. Desafiaron a la autoridad y desafiaron las tradiciones mientras defendían las drogas y la libertad sexual.

Incapaces de lanzar una revolución cultural al estilo chino, algunos de estos jóvenes continuaron propagando la ideología socialista, aunque bajo el disfraz del progresismo, porque se graduaron en universidades y escuelas de postgrado y pasaron a trabajar en la educación, los medios de comunicación, la política y los negocios. Esta infiltración del socialismo en la sociedad estadounidense ha sido una revolución no violenta que ha durado décadas. En el proceso, varias formas de socialismo y marxismo han surgido y se han seguido propagando.

“La meta del socialismo es el comunismo”, declaró Lenin en 1917. El partido comunista chino (PCCh) estuvo de acuerdo con su declaración. Carl Marx también propuso seis pasos hacia el comunismo, siendo el socialismo el quinto paso.

Pero poca gente se da cuenta de la corrupta influencia del socialismo y del comunismo y del grave peligro que representa. El pensamiento socialista ocupó los principales medios de comunicación, universidades y Hollywood en los años 70 y 80. A pesar de su retroceso a corto plazo bajo el presidente Ronald Reagan en los años 80, el movimiento socialista recuperó su impulso en los años 90, alcanzando su punto máximo en los últimos años.

Las divinidades premian al trabajo duro, y uno cosecha lo que siembra. Estos son valores tradicionales que han inspirado a las civilizaciones humanas durante miles de años. A través del lente del socialismo, sin embargo, la riqueza se debe dividir equitativamente entre las personas, sin condición. Con poca exposición al comunismo en la Unión Soviética y la China comunista, muchos jóvenes en EE. UU. abogan por el socialismo y apuntan a dirigir nuestra sociedad en esa dirección.

En el siglo pasado, la sociedad occidental se ha enfrentado a numerosos desafíos, incluyendo dos guerras mundiales, el terrorismo del fascismo y la brutalidad asociada al comunismo. Incluso hoy en día, cuando la ideología comunista hace estragos en el mundo, Estados Unidos sigue siendo uno de los pocos países con el poder menos centralizado, desempeñando un papel importante en el mantenimiento del orden social y la defensa del mundo libre.

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Si la sociedad estadounidense hubiera sido reemplazada por el igualitarismo de los altos impuestos y la elevada asistencia social, sumado a dar rienda suelta al aborto y la homosexualidad que se desvían de los valores tradicionales, ¿hacia dónde se dirigiría el mundo?

El profeta francés Nostradamus predijo una vez que Marte (Marx) gobernaría un día el mundo en nombre de proporcionarle a la gente una vida mejor. Con esta tendencia hacia un estado de asistencia social, lo que llegaría después al mundo occidental es el mismo comunismo.

Una guerra que ha durado un siglo

El presidente Reagan dijo en su primer discurso de toma de posesión: “De vez en cuando, hemos estado tentados a creer que la sociedad se ha vuelto demasiado compleja para ser administrada por el autocontrol, que el gobierno por un grupo de élite es superior al gobierno para, por y del pueblo. Pero si nadie entre nosotros es capaz de gobernarse a sí mismo, entonces, ¿quién de nosotros tiene la capacidad de gobernar a alguien más? Todos nosotros unidos, dentro y fuera del gobierno, debemos llevar la carga. Las soluciones que busquemos deben ser equitativas, sin que ningún grupo se vea obligado a pagar un precio más alto”.

Muchos conservadores están preocupados por el futuro de EE. UU. y del mundo. Bajo el disfraz del socialismo y el liberalismo, el comunismo se infiltró gradualmente en Estados Unidos hasta los huesos. Pocas personas, incluidos los expresidentes de EE. UU., se han atrevido a desafiar la complejidad o a tocar la línea de lo políticamente correcto.

Bajo esta urgente situación Donald Trump defendió lo que es correcto. “En América no adoramos al gobierno, adoramos a Dios”, dijo en mayo de 2017, durante su primer discurso de toma de posesión como presidente.

Los esfuerzos de Trump para recuperar la tradición y volver a encaminar a Estados Unidos interrumpieron el acuerdo tácito entre los políticos, las empresas de tecnología, las grandes compañías y los medios de comunicación. Por lo tanto, lo vieron como “un toro en una tienda de porcelana” y comenzaron a atacarlo en junio de 2015, cuando anunció su candidatura a la presidencia.

Para muchos políticos y ciudadanos comunes, fue casi un milagro que Trump ganara las elecciones de 2016. “Durante demasiado tiempo, un pequeño grupo en la capital de nuestra nación ha recogido las recompensas del gobierno mientras el pueblo ha soportado el costo”, dijo en su discurso inaugural en enero de 2017. “Lo que realmente importa no es qué partido controla nuestro gobierno, sino si nuestro gobierno está controlado por el pueblo”.

“Ya no aceptaremos a los políticos que se limitan a hablar y no actúan, quejándose constantemente pero sin hacer nada al respecto. El tiempo de las charlas vacías se ha terminado”, dijo.

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En su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, Trump advirtió que “el socialismo y el comunismo no se tratan de justicia… se tratan de dar poder a la clase dirigente”. Prometió que “Estados Unidos nunca será un país socialista”.

A diferencia de presidentes anteriores, Trump es muy directo con los medios de comunicación y, donde han habido noticias falsas, las ha expuesto. Tal honestidad una vez más desencadenó una serie de represalias de los medios de comunicación.

La primera fue la investigación rusa. Las estadísticas mostraron que tres grandes cadenas de noticias (ABC, CBS, NBC) tenían 3430 noticias sobre este tema en su horario principal de la noche. Esto sumaba casi 100 horas, o un tercio del tiempo total de las noticias.

Cuando se supo en 2017 que los rusos gastaron millones en una empresa de presión para influenciar a un exsecretario de Estado —un funcionario demócrata— con el testimonio de un informante del FBI, la CBS dio 69 segundos de cobertura durante su programa de entrevistas “Face the Nation”, mientras que ABC y NBC no lo cubrieron.

En septiembre de 2018, el New York Times publicó un artículo de opinión anónimo criticando a Trump por dividir al país. Aunque citar fuentes anónimas desacreditaría la reputación del periódico, no obstante, eligió hacerlo para lograr el objetivo de difamar a Trump.

El año 2019 también fue agitado. Los funcionarios demócratas lanzaron un impeachment el 24 de septiembre de 2019. El Senado absolvió a Trump el 5 de febrero de 2020.

En todos estos casos, los medios de comunicación sacaron las palabras fuera de contexto o acusaron falsamente a Trump sin tener pruebas. Además, durante estas elecciones, los funcionarios estatales trabajaron con los funcionarios federales, con los habituales medios de comunicación y plataformas de redes sociales (Facebook, Twitter y YouTube), y con Antifa y otras organizaciones socialistas para desprestigiar a Trump.

El expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich dijo durante una entrevista que la agitación electoral y las afirmaciones de fraude generalizado lo habían enojado más de lo que había estado en 62 años de vida política.

“Esto no se trata de Donald Trump”, explicó: “Esto se trata del pueblo estadounidense. El pueblo estadounidense tiene derecho a elegir a su líder en unas elecciones honestas, con votos legítimos honestos, ¿o somos simplemente ovejas dominadas por las empresas de alta tecnología, los medios de comunicación y las diversas máquinas políticas? ¿Y se supone que nos debemos rendir?”.

“Entonces, creo que esta es una crisis en el sistema estadounidense comparable a la ocurrida en Washington en Christmas Eve o comparable con la de Lincoln en Gettysburg. Esta es una genuina y profunda crisis para nuestra supervivencia”, añadió.

El momento de la lucha contra el comunismo

Con una profunda comprensión de los valores estadounidenses, Trump ha sido muy firme en rechazar al comunismo. Como el bastión del comunismo actual, China se convirtió en la entidad económica más grande del mundo en 2010. También ha impulsado su ideología en todo el mundo, incluyendo la publicación de un anuncio en una valla publicitaria gigante en Times Square.

A medida que los políticos occidentales y los nuevos medios de comunicación han sido derrotados por las balas de cañón cubiertas de azúcar, tanto la libertad como Estados Unidos se enfrentan a una crisis sin precedentes.

Después de convertirse en el presidente de los Estados Unidos, Trump dijo que el gobierno estadounidense ha juzgado mal al PCCh desde 1930, y se convirtió en el primer presidente en diferenciar al PCCh del pueblo chino. Además, se involucró en una guerra comercial para frenar el régimen comunista, ha investigado empresas relacionadas con el ejército chino como Huawei, cerró el consulado chino en Houston, cerró los institutos Confucio y sancionó a los funcionarios del PCCh por la violación a los derechos humanos en Hong Kong.

Recientemente, Trump firmó una orden ejecutiva el 12 de noviembre, con el objetivo de impedir que las inversiones estadounidenses fluyan a empresas relacionadas con el ejército chino. Esta medida se considera otro paso clave de la política exterior de Trump para contrarrestar las ambiciones del PCCh.

Cuando el bombero retirado Mark Taylor estaba viendo televisión en abril de 2011, vio al empresario Donald Trump hablando de sus pensamientos sobre el futuro de Estados Unidos. Taylor dijo que de repente escuchó la voz de Dios diciendo que Trump se convertiría en el presidente de Estados Unidos y restauraría los valores tradicionales.

Después de más de un siglo de terror, es hora de acabar con el régimen comunista. La gente no creía que el Muro de Berlín caería, pero de todos modos se derrumbó; era difícil creer que la poderosa Unión Soviética se desintegraría de la noche a la mañana, pero sucedió, al igual que otros regímenes comunistas de Europa oriental.

El pueblo estadounidense y el mundo están rezando por un futuro más seguro y mejor, y su deseo no será en vano.

Fuente: Minhui.org

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