En las últimas semanas, la Ciudad de Nueva York, en efecto la capital económica de los Estados Unidos, se ha transformado también en la capital de la delincuencia del país.
La gestión del alcalde ultra-demócrata Bill De Blasio ha revivido un problema del pasado y la ciudad ha vuelto a ser un foco de delincuencia en el Estado neoyorquino, con episodios violentos que ya alcanzaron un nivel preocupante.
El republicano e íntimo amigo de Trump, Rudolph Giuliani, alcalde entre 1994 y 2001, había logrado combatir el crimen y devolver la tranquilidad a los habitantes de Nueva York.
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A su vez, el sucesor de Giuliani y antecesor de De Blasio, el multimillonario Michael Bloomberg había logrado mantener estables los índices de criminalidad logrados por Giuliani; sin embargo, De Blasio en pocos años está logrando deshacer todos estos logros.
En las últimas semanas, debido a los constantes disturbios causados tras el caso George Floyd y a la decisión política de desfinanciar a la Policía, el índice de criminalidad ha aumentado enormemente. La cantidad de tiroteos, por ejemplo, aumentó en un 72% respecto de 2019, con enfrentamientos entre pandillas que se creían extintas en la era Giuliani.
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Otro dato que preocupa a los neoyorquinos es la cantidad de delincuentes liberados debido a la crisis del coronavirus, muchos de ellos ex-miembros de pandillas, que han vuelto a cometer crímenes tras ser liberados. Muchos de estos crímenes fueron violentos, incluyendo violaciones y asesinatos.
Uno de estos casos fue el de un pandillero de Brooklyn, de nombre Darrius Sutton, 23 años de edad, quien desde su liberación sin fianza en el pasado mayo, ha efectuado 3 tiroteos, uno de los cuales resultó con un hombre herido de gravedad, quien casi pierde la vida.
Sutton ahora espera bajo custodia federal un juicio en el que podría recibir hasta 10 años de prisión por tenencia de arma para cometer un delito, pero la ciudadanía reclama por qué fue liberado en primer lugar.
No solo los índices de crímenes relacionados con robos y asesinatos relacionados con asaltos han incrementado, sino también se han disparado los índices de vandalismo y destrucción de propiedad pública y privada, impulsadas por violentos manifestantes que acuden a las todavía constantes marchas en reclamo por George Floyd y en apoyo al movimiento Black Lives Matter.
El nivel de destrozos en comercios por parte de los manifestantes, tanto en zonas céntricas de Manhattan como en zonas residenciales de Brooklyn y Queens, sumado a la crisis económica por la cuarentena del alcalde De Blasio, ha causado que muchos de esos comercios hayan tenido que cerrar sus puertas, algunos temporalmente pero otros definitivamente. Los mismos se encuentran imposibilitados de hacer frente a los gastos necesarios para mantener sus negocios luego de la destrucción.
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Las medidas del alcalde de la Ciudad de Nueva York han sido, lejos de efectivas, totalmente dañinas para la sociedad. Además de quitar recursos al Departamento de Policía de su ciudad, De Blasio ordenó destinar casi la totalidad de los patrulleros a monitorear los accesos a la ciudad para reforzar la cuarentena, principalmente en Manhattan.
Estos puntos de control, establecidos en puentes, puertos, estaciones de tren y otros accesos a la ciudad, obligan a cada persona que desee ingresar a la ciudad a llenar un formulario y luego cumplir una estricta cuarentena de 2 semanas. Las personas que se nieguen recibirán multas de entre $2.000 y $10.000 dólares.
La crisis actualmente vivida en la capital económica del país, y quizá del mundo, no solo se limita a problemas de seguridad, sino que los problemas económicos parecen ir en aumento: la ciudad necesitará hasta $4,7 billones de dólares para afrontar las pérdidas económicas causadas por la cuarentena, sumados a las pérdidas causados por el vandalismo.
Es por ello que el alcalde De Blasio ha pedido al gobierno nacional del republicano Donald Trump un auxilio económico federal para afrontar estas pérdidas, instando al presidente a que presione a los republicanos en el Senado para aprobar paquetes de ayuda económica para paliar las ciudades necesitadas.
Curiosamente, el presidente Trump había ofrecido recientemente a De Blasio ayuda federal para afrontar la pandemia de COVID-19, pero De Blasio la había rechazado en repetidas ocasiones, al igual que el también demócrata Andrew Cuomo, gobernador del Estado de Nueva York. Tras meses de desgaste, la necesidad se volvió más fuerte que el orgullo político y éstos acudieron a la ayuda del flamante Presidente.
Como si fuera poco, a la crisis económica y de seguridad vivida por la ciudad portuaria se le suma una crisis del gabinete en el área de Salud. El pasado martes 4 de agosto de 2020, la comisionada de Salud de la Ciudad de Nueva York, la Dra. Oxiris Barbot, renunció a su cargo.
Este puesto es el equivalente a la del ministro de Salud en la jerga de otras ciudades del mundo.Barbot justificó su decisión alegando diferencias con el alcalde De Blasio, expresando una “profunda decepción” por el manejo de la pandemia en la ciudad que gestiona.
Inmediatamente, el alcalde anunció como reemplazo al Dr. Dave Chokshi, quien formó parte del liderazgo del sistema de salud pública de la Ciudad de Nueva York entre septiembre de 2016 y mayo de 2020.
Los problemas de la Ciudad de Nueva York parecen no tener fin, y continúan en aumento, mientras que los gobiernos demócratas de la Ciudad y el Estado se encuentran distanciados por cuestiones políticas, y sin ninguna intención aparente de cooperar entre sí para el bienestar de los ciudadanos neoyorquinos.
La frase “Start spreading the news, I’m leaving today” de la conocida canción interpretada por Frank Sinatra (tema de la película “New York, New York”)expresaba un 1979 un enorme deseo de abandonar el pueblo natal para lograr el éxito y una vida de lujo en la Ciudad de Nueva York, casi un resumen del sueño americano.
Hoy, sin embargo, esa frase pareciera haber revertido sus intenciones, y refleja mejor a la gente que, en lugar de arribar a la Ciudad de los Sueños, abandona lo que se está volviendo a convertir en la Ciudad de las Pesadillas.
Fuente: Derecha Diario.
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