Hoy, 20 de julio, se cumplen 21 años del comienzo de la persecución a Falun Dafa en China. Por este motivo, en muchos países del mundo se desarrollan actividades pacíficas pidiendo por el fin de esta tragedia.
Falun Dafa es una disciplina milenaria de la Escuela Buda que se basa en tres principios universales: Verdad, Benevolencia y Tolerancia. El libro principal de la disciplina, Zhuan Falun, abarca enseñanzas tales como el origen de la vida, la importancia de ser una buena persona y el propósito de ser un humano.
También conocido como Falun Gong, esta profunda enseñanza se comenzó a difundir en China en 1992. En pocos años logró una enorme popularidad a partir del vacío espiritual que había dejado el Partido Comunista Chino, ya que, desde que tomo el poder en 1949, empezó a instaurar el ateísmo y a abolir las creencias y la cultura tradicional de 5000 años.
En 1999, cuando el propio régimen estimaba que había entre 70 y 100 millones de personas que practicaban Falun Dafa en China, el entonces Secretario General del Partido Comunista Chino, Jiang Zemin, inició la persecución a esta disciplina espiritual.
Analistas destacan que el líder comunista, Jiang Zemin, inició la persecución por el miedo que le representaba el rápido crecimiento y popularidad de Falun Dafa, y también por el conflicto que ocasionaban los principios espirituales de la disciplina para la ideología atea-comunista del régimen.
Supo ser una de las creencias espirituales más populares de China en la década de los ’90, con alrededor de cien millones de practicantes según una encuesta oficial, “gracias a su capacidad para recuperar las creencias espirituales y los valores tradicionales chinos perdidos”, explica la presidenta de la Asociación de Falun Dafa en Argentina, Liwei Fu, en una entrevista con Bles Mundo. Hasta que el 20 de julio de 1999, Jiang Zemin decidió erradicarla.
“Semejante masividad de una disciplina teísta que retoma la antigua cultura tradicional china de la cultivación espiritual –lo cual es contradictorio con la doctrina ateísta del régimen comunista–, motivó que Jiang Zemin la planteara como una amenaza para el régimen e iniciara su propia Revolución Cultural”, aclara la Sra. Fu.
Relatores de Naciones Unidas, así como organismos internacionales de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch informan que, desde entonces, para forzar a los practicantes a renunciar a sus creencias, el régimen ha realizado masivos arrestos arbitrarios por todo el país y detenciones extrajudiciales en las que se involucra una amplia gama de torturas.
En los primeros años de la persecución, el Centro de Información de Falun Dafa pudo documentar más de tres mil casos de muerte, pero el secretismo del régimen impide conocer la cifra verdadera, que investigaciones independientes estiman en decenas de miles.
Investigaciones independientes han expuesto que los crímenes contra los practicantes consisten en torturas, violaciones masivas, confinamiento en centros de lavado de cerebro y campos de trabajo forzado.
Sustracción forzada de órganos
También se ha demostrado la existencia de un plan sistemático de sustracción de órganos a practicantes vivos de Falun Dafa. Hecho que ha sido catalogado por el abogado de derechos humanos canadiense -y nominado al premio Nobel de la Paz –David Matas, como “el genocidio del siglo XXI”.
En 2008, el ex Secretario de Estado de Canadá, David Kilgour presentó su informe “Cosecha sangrienta” frente a la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de Argentina, en el que concluye que 41.500 practicantes murieron como consecuencia de operaciones forzadas en las que se les extirparon sus órganos para utilizarlos como fuente de trasplantes con fines lucrativos.
Celeste Caminos