Por Álvaro Colombres Garmendia
Hoy 8 de julio, la Oficina de Seguridad Nacional de Beijing fue inaugurada en Hong Kong, poniendo fin a la semi autonomía de la isla, y cambiando drásticamente la forma de vida de los hongkoneses, quienes a diferencia de los chinos continentales, gozaban de la libertad de expresión y de asamblea.
Con la aplicación de la nueva ley del régimen chino, la policía puede registrar, arrestar, multar y demandar a las compañías proveedoras de Internet y plataformas online que remuevan información de sus usuarios, si consideran que violan la nueva ley; lo que implica un duro golpe a cualquier mensaje, declaración o expresión política que disienta con aquella del PCCh.
La Oficina de Seguridad de Beijing, posee su propio personal de inteligencia y policías, quienes se encargarán de la aplicación de la ley. El mayor problema de la aplicación de esta ley, es que es Beijing quien interpreta los límites de la misma, y además tiene autoridad por encima de todo el sistema judicial de Hong Kong, lo que equivale a una oficina tipo Gestapo, pues no tiene ningún tipo de supervisión y solo sirve para un propósito: eliminar las opiniones diferentes o críticas.
Beijing dice que con la nueva Oficina de Seguridad, se alcanzará la estabilidad política, después de un año de protestas prodemocráticas, según reportó el Japan Times
Facebook, Google y Twitter declararon que dejarán de procesar los pedidos de datos de los funcionarios en Hong Kong debido a las ramificaciones de la ley y el impacto que puede tener en sus usuarios, como por ejemplo, el famoso caso de aquel periodista del periódico chino Da Jiyuan, que fue arrestado, gracias a que Yahoo proveyó al PCCh con su información personal y correos electrónicos del periodista, quien había enviado fotos de la masacre de Tiananmen a un colega suyo fuera de China.
La nueva ley ya vio su primer arresto, además, los grupos prodemocracia en Hong Kong se desarmaron por temor a las represalias. Muchos activistas borraron sus cuentas de Twitter, Facebook y otras redes sociales, incluso algunos escaparon de Hong Kong.