Muchas universidades de EE. UU. eliminaron a los Institutos Confucio financiados por el régimen chino, considerados como una amenaza a la seguridad nacional por las agencias de inteligencia del país.
“El Instituto Confucio es un brazo de la máquina de propaganda del gobierno chino”, definió el estudiante de Universidad de California en Davis, Michael Gofman, al referirse a esos centros utilizados por el estado comunista para adoctrinar a los estadounidenses y difundir la propaganda china.
“Ha llegado el momento de que consideremos nuevos caminos construyendo programas de intercambio cultural”, escribió el Canciller de la Universidad de California-Davis, Gary S. May a la división Hanban del Ministerio de Educación de China, al anunciar el cierre del instituto el 28 de abril.
En la mayoría de los acuerdos firmados por las universidades con los Institutos Confucio, dedicados a difundir la cultura china entre otras cosas, se obligan a ignorar la libertad académica y a cumplir con la ley china y la evaluación de la enseñanza de Beijing.
Un ejemplo de estas restricciones fue denunciado por Sonia Zhang, ex profesora del Instituto Confucio de la Universidad McMaster, de Canadá.
Zhang dijo que tuvo que firmar un contrato que excluía a los practicantes de la antigua disciplina Falun Gong, basada en Verdad, Benevolencia y Tolerancia, y que fue entrenada para dar la versión de Beijing si los estudiantes le preguntaban sobre el Tíbet, y otros temas delicados como la libertad de Taiwan y la masacre de Tiananmen.
En este sentido, varios legisladores republicanos, de siete comités de la Cámara de Representantes, advirtieron a la Secretaria de Educación de EE. UU. Betsy DeVos esta semana que Beijing está adoctrinando a los estudiantes estadounidenses.
Por su parte, la Universidad de Maryland cerró a principios de año el Instituto Confucio que alojaba en su campus, el más antiguo del país.
En la sección de Administración Estatal de Asuntos de Expertos Extranjeros de China de esta universidad se forman “aproximadamente 600 funcionarios y administradores universitarios chinos cada año”, reseña la organización Human Rights Watch (HRW, por la sigla en inglés)
Varios académicos universitarios consideraban a estos centros como una afrenta a la libertad académica en el campus, dado que imponen la censura del régimen chino sobre ciertos temas y perspectivas en los materiales de los cursos que son escritos en China, por motivos políticos.
Asimismo, en las contrataciones de empleados y funcionario toman en consideración la lealtad política al Partido Comunista de China.
Por otra parte, se encontró que a través de ellos emanaban amenazas de Beijing y se ejercía vigilancia sobre los estudiantes, además de presionar a los académicos para que se autocensuraran, de acuerdo con HRW.
Desde el 2014 se cerraron al menos 29 Institutos Confucio en EE. UU. de los establecidos en el país en alrededor de 100 universidades.
El cierre de ellos se aumentó a partir de la Ley de Autorización de Defensa Nacional de EE. UU. de 2019, que permitía elegir a las universidades entre mantener sus Institutos Confucio o recibir fondos para programas de idiomas, del Departamento de Defensa.
Igualmente, el FBI cree que el espionaje del régimen comunista chino es la mayor amenaza contra Estados Unidos, dado que los casos investigados y las detenciones han aumentado a un ritmo nunca visto.
El director del FBI, Christopher Wray, informó sobre las cerca de 1.000 investigaciones por cargos de espionaje principalmente, que realizan sus 56 oficina y que involucran a casi todas las actividades industriales del país.
En Europa, Suecia se convirtió en el primer país en cerrar todos los Institutos Confucio, por cuestiones de seguridad.
Todos estos cierres ocurren en medio de la controversia causada por el manejo irregular que el régimen chino le ha dado al brote del virus del PCCh, que ya a causado cerca de 260.000 muertes en todo el mundo, además de incalculables pérdidas económicas.
Ary Alegre